Leo, el héroe atípico

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La noche que Leo Messi batió el récord de Zarra como máximo goleador de la Liga, se abrazó al balón con el que había marcado tres tantos y bromeó con sus compañeros mientras se proyectaba en el estadio un vídeo homenaje. Cuando abandonó el campo ya no se supo de él hasta que batió otro récord: el de máximo goleador de la Champions. A Messi no le gusta hablar en público. Apenas articuló palabra ante un Camp Nou repleto después de ganar la Champions y la Liga, en 2011: “Prometí que hablaría, acá estoy. No tengo nada que decirles…”, balbuceó.

Algo parecido vivió el vestuario de Argentina durante el Mundial de Sudáfrica. “Dos días estuvo pensando qué decir. Al final dijo algo, pero se trabó porque no sabía cómo seguir”, relata Verón en Messi, el libro de Leo Faccio. Tampoco lo hizo en Mestalla hace unos días, cuando recibió el impacto de una botella lanzada desde la grada. Le dolió. Pero no protestó. Ni siquiera después de ver tarjeta amarilla por perder tiempo. “Él no dramatiza. Siempre quiere seguir jugando. No le interesa otra cosa”, dice desde Buenos Aires el periodista argentino Ezequiel Fernández Moores.

Cualquiera sabe quién es Messi, cómo se perfila desde la banda derecha y bordea el área para poner a prueba su zurda y al portero de turno. Pero poca gente le conoce. Uno de los que mejor lo hace es Faccio. “Messi”, dice, “es un héroe atípico”. Y se explica: “Estamos acostumbrados a las estrellas, pero él tiene una vida privada que parece impermeable a su vida pública. Leo es irreconocible al salir del campo. Juega en el Barça, pero vive en Rosario”. Aunque su argentinidad no admite dudas, sí que hay compatriotas que dudan de él. “Maradona es pura extroversión. Messi es lo opuesto: aparte de ser un genio del fútbol, sólo quiere ser una persona normal. En Argentina hay mucha gente que todavía venera la imagen guerrera de Diego y a quien no le atrae la de caudillo silencioso de Messi. No le perdonan que no haya ganado nada con La Albiceleste”, explica Fernández Moores. Y cierra: “Lidiar con la presión de tener que ganar siempre exige mucho”.

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